sábado, 27 de abril de 2013

La infidelidad femenina

Seguramente alguna vez se han preguntado: ¿Son más infieles los hombres o las mujeres?  Vaya que es una pregunta  difícil de responder, al menos estando sobrio. Curiosamente cuando la interrogante es formulada por el animador de una discoteca en ese preciso momento en que la gente está empilada (pedo en mejicano) las respuestas fluyen con mucha mayor facilidad:  Animador: -¿Quiénes son más infieles los hombres o las mujereeees? Chicas: -Los hombreeeesss!!!!  Animador: -¿Y quiénes son más cachudos los hombres o las mujereeees???  Chicas: -LOS HOMBREEEESSS!!! (Que alguien me explique por favor aquella evidente disonancia porque la verdad no me queda claro.)   Es preciso señalar que la mayor parte de mi vida le he dado la razón a los que dicen que los hombres somos por naturaleza más infieles, sin embargo los últimos años me han hecho recapacitar.
 
En alguna oportunidad inclusive, llegué a pensar que la infidelidad tenía naturaleza exclusivamente masculina. Por tal motivo el concepto "infidelidad femenina" lo tenía bien guardado bajo 7 llaves en el baúl donde almaceno todas esas cosas que considero ficticias o poco probables, tales como la democracia, Papa Noel, el hada de los dientes, "el que estudia triunfa" y los penes de 21 centímetros.

De pronto un día, un 18 de junio de hace algunos años, la vida se encargó de demostrarme lo equivocado que estaba. Aquella noche decidí darle una sorpresa a mi entonces novia y llegué a su departamento dos horas antes de lo habitual. Entré como normalmente hacía usando la llave que ella me había regalado en nuestro segundo aniversario como muestra de confianza. (Lindo gesto, ¿No creen?) Al llegar lo primero que llamó mi atención fue encontrar su ropa desparramada en el piso de la sala y el sofá. El televisor se encontraba aún prendido y en la mesa de centro había una botella de vino a la mitad. Me asomé con sigilo a la puerta de su habitación y la sorprendí infraganti, desnuda, en posición de genuflexión, haciendo un movimiento con la cabeza de arriba a abajo (como un pájaro carpintero pero en cámara lenta) a los pies de un tipo cuyo nombre prefiero no recordar. Ella al verse descubierta, avergonzada y con lágrimas en los ojos  me miró fijamente y me dijo: -"Cariño, esto no es lo que parece". Yo no me lo tragué porque no soy ningún tonto. Ella no se lo tragó porque siempre le ha dado asco. De esa forma la vida me obsequiaba como regalo de cumpleaños dos valiosas verdades: el adulterio femenino existía y los penes de 21 centímetros también. #Hijodeputa

No hay duda que la vida es una maestra muy severa y que a veces la realidad supera a la ficción. No hay duda que los tiempos han cambiado y siguen cambiando.  Hoy los entendidos en la materia afirman que aproximadamente el 40% de las mujeres alguna vez ha sido infiel. Yo no estoy de acuerdo. Yo creo que el número es mayor, sólo que las mujeres son mucho más discretas a la hora del engaño y además en los raros y pocos casos en que han sido inculpadas son mucho más inteligentes para negarlo. Las posibilidades de salir airosas se incrementan en la medida que el damnificado sea demasiado confiado, más distraído de lo normal o con un ego demasiado elevado: "Es imposible que encuentre alguien mejor que YO." #Sicuñao.

Insensato error ser muy confiado. Pero mucho más peligroso es cometer el grave error de generalizar: "Todos(as) son iguales". No lo creo. A pesar de mi "anecdótica" experiencia aún sigo pensando que es posible creer en la fidelidad y me rehuso a archivar ese concepto en el baúl de 7 llaves.


 

martes, 9 de abril de 2013

Atención: ¿Por qué somos infieles?

Esa noche Renato estaba impaciente. Su cita estaba tardando más de lo normal y eso lo inquietaba. De pronto llegó ella y subió a la habitación donde estaba. Las próximas dos horas estuvieron llenas de placer, sudor y caricias apasionadas. Una vez consumado el acto ella le lanza esa pregunta tan difícil de contestar, al tiempo que se vestía. El famoso "-¿Qué somos?" Aunque Renato no poseía ningún master en filosofía contemporánea sabía perfectamente que responder (esa pregunta se la habían hecho ya muchas veces): -"Pues somos amigos con derecho, eso somos." Prendió un cigarrillo mientras esperaba la reacción. Sin embargo el silencio se prolongó al punto de empezar a incomodarlo. -"¿A qué viene la pregunta? Andrea rebuscó en su cartera, sacó un anillo de compromiso y se lo mostró. -"Tengo novio y me voy a casar en junio. Sólo quería que lo sepas y que las cosas entre nosotros estén claras." "-Me parece perfecto, no hay ningún problema. Estamos claros entonces." Dijo Renato mientras apagaba el cigarrillo en el cenicero, sintiéndose aliviado. Aunque estaba sorprendido la situación le convenía ya que él tenía cinco años de "feliz matrimonio."

La historia de mi amigo Renato es bastante común en estos días. Y aunque hoy por hoy ya casi nada me sorprende, no puedo evitar quedarme pensando y preguntarme: ¿Por qué somos infieles? Lo cierto es que en el Perú, ocho de cada diez hombres es o ha sido infiel. Estoy seguro que el  100% de los hombres que han leído esto han pensado: "-Qué hijo de puta!" Estoy seguro también que el 95% de las chicas que leyeron ésta afirmación, inocentemente han pensado: "-Mi novio no, él sería incapaz." Pobres ilusas. Ahora entiendo cómo esos ocho pendejos engañan tan fácil.
 
Para explicar el por qué somos infieles he dedicado buen tiempo a analizarlo con seriedad y he llegado a las siguientes conclusiones:
 
1) "La teoría del Macho Alfa": Es muy simple: descendemos de un animal que se comía sus propios piojos, se olían el sobaco y se mataba a pajas. Felizmente miles de años de evolución han conseguido que ya nos comamos nuestros propios piojos. El hombre por su naturaleza animal e inspirado en los documentales de national geographic siente la necesidad de asumir el papel de "macho alfa". Mientras más hembras tenga a su disposición, mejor. Más que una necesidad fisiológica se trata de un alarde de poder y debido a eso no le basta con tener varias mujeres, es indispensable que se lo cuente a sus amigos. (En muchos casos exagerando y en otros inventando)
 
2) Exceso de testosterona. No voy a maquillar mis palabras: el hombre es por naturaleza arrecho. Las estadísticas son irrefutables: 7 de cada 10 peruanos alguna vez ha ido o irá a un puticlub. ( #Nuncadigasnunca, #cabrón.) Los otros 3 son el mesero, el guardia y el dueño del puticlub. Aquí nuevamente el 100% de los hombres va a pensar: "-Qué hijo de puta!" Y el 95% de las chicas seguirá creyendo que su novio no, él sería incapaz. Es imperioso aclarar que eso no ocurre siempre, forma parte de una etapa de la vida de todo hombre sólo en algún momento entre los 15 y los 80 años.
 
3) La monotonía y/o vida sexual deficiente. En muchas relaciones pasa que la monotonía, el trabajo, la rutina, los hijos, el stress, etc. van menguando la vida sexual en la pareja. Se pierde la chispa. En otros casos ocurre que el hombre tiende a idealizar a su pareja. No hacen ciertas cosas con ella o ella no permite ciertos comportamientos para no romper la imagen de "decente". Alguna vez escuché a una viejecita decir con mucha seguridad que una mujer debe ser una dama en la calle pero una puta en la cama. Algo de sentido tiene. Bien dicen que más sabe el diablo por viejo que por diablo.
 
Bien éstas son a mi entender las tres principales causas de la infidelidad masculina. Al parecer ser fiel para un hombre resulta bastante complicado, sin embargo no es imposible. En todos los casos es evitable. Basta con tener siempre presente esa regla de oro que dice: "No hagas a otros lo que no quieres que hagan contigo."