Eran casi las cuatro de la mañana y yo estaba apoyado en la barra principal de la disco terminando la última botella de la noche con la ayuda de mis amigos. Mientras jugaba con los hielos de mi vaso de whisky como niño que juega con su sonajero, empecé a sentir que haber salido el día anterior había sido una muy mala idea. Empecé a sospechar que ya no estoy para estos trotes, que salir dos días seguidos a mi edad es un acto entre masoquista y suicida. No sé por qué, todo ello se me termina olvidando cada fin de semana y al final me dejo convencer por mi espíritu callejero.
Parada a pocos metros, estaba ella, dentro del box que queda justo al lado del DJ. Lucía un top negro, pantalón blue jeans oscuro, zapatos de tacón y un tatuaje en el cuello en forma de estrella. Yo seguía jugando con mi sonajero, y con cada sorbo consultaba a Johnnie Walker si debía o no sacarla a bailar. El manual de procedimientos indica que en estos casos, si vas a rebotar, es preferible hacerlo de la forma más discreta posible y ese box no era precisamente un lugar discreto. Lo más sensato en una situación de ese tipo, es proceder con una estrategia muy antigua pero útil, que se conoce como "hacer juego de luces", vale decir, intentar buscarle la mirada y de esa forma ver si da señales de interés. Para mi mala suerte ese día no llevaba puesto mis lentes de contacto, así que mis luces eran bajas. No alumbraban a más de dos metros.
Me di la vuelta para servirme el penúltimo vaso y le puse un poco más de hielo al sonajero. De repente giré a la derecha y advertí que la chica del tatuaje había abandonado su box. Lo primero que pasó por mi cabeza es que debía estar bailando con algún otro chico, no se si más guapo, pero definitivamente con mucho más cojones. Decepcionado conmigo mismo me castigué sirviéndome el doble, mientras me consolaba convenciéndome que todo pasa por algo. Sentí curiosidad por saber quien había sido el que sentenció mi noche al fracaso, pero por más que busqué no logré encontrarlos. De pronto, pasó lo inesperado. La chica del tatuaje de estrella, apareció y caminó hacia mi lado. Compró una botella de agua en la barra y se quedó ahí, a mi costado. Me empezó a hacer conversación, me sacó a bailar, me invitó a su box, me pidió el PIN del Blackberry y luego se fue, no sin antes quedar para salir otro día. En menos de cinco minutos completó el trabajo que a mí me había costado media hora iniciar.
Cabe resaltar que durante esos efímeros cinco minutos de gloria mi "Bitches Detector" no captó nada sospechoso. No había de parte de la chica de la estrella tatuada más intención que sociabilizar un poco. Nosotros los hombres nacemos con el detector incorporado y lo vamos actualizando y calibrando conforme vamos adquiriendo experiencia. Si de algo me puedo jactar es de contar con uno bastante bueno, con la exactitud de un reloj suizo. Su funcionamiento es simple: una vez que el objetivo está dentro del área de cobertura del radar, el software empieza a escanear y ponderar una serie de factores tales como: la forma de bailar, el trago que toma, el perfume que usa, el maquillaje, la ropa que lleva (el tamaño del escote, lo corto de la minifalda, etc.), la forma de hablar, los gestos, el grupo de amigas o acompañantes que la rodean, los patrones de su comportamiento, los mensajes subliminales de su conversación y lo que yo llamo el factor X, ese no se qué, que nos permite ya desde lejos saber que estas tratando con una bitch con todas las de la ley. Este no era el caso, se los aseguro sin temor a equivocarme.
Lo ocurrido me dejó pensando durante todo el camino de regreso. No sé qué tan frecuente es que las chicas den el primer paso. Sin embargo creo yo que la frecuencia debería ser cada vez mayor. Creo que una mujer no debe tener miedo de tomar la iniciativa. Yo soy un fiel creyente de la igualdad de roles en los géneros. Yo creo que si las mujeres empezaran a hacerlo más seguido, aumentarían sus posibilidades de terminar estando con el chico que más les guste. El sistema habitual, el anticuado, hace que las chicas se limiten a elegir entre los pocos que se atrevieron a dar el primer paso, lo cual las pone en una posición ventajosa, pero con opciones limitadas. Les invito estimadas lectoras a hacer la prueba. No siempre va a salir todo a pedir de boca. Al comienzo debe de ser difícil, sobre todo en una sociedad machista como la nuestra, pero yo siempre he pensado que las cosas más difíciles son las que en verdad valen la pena.
PD: Les comparto éste corto sketch que me pasaron. Es algo antiguo, pero está muy bueno.
PD: Les comparto éste corto sketch que me pasaron. Es algo antiguo, pero está muy bueno.