jueves, 29 de noviembre de 2012

Y tú, ¿Qué estás pensando?

Recuerdo con nostalgia aquellos días en que me encontraba con algún amigo y cuando me preguntaba: -¿Oye y qué sabes de "Menganita"? yo le respondía con un sosegado: -No se, no tengo idea en qué andará. Hace ya varios años que no puedo tener una conversación de ese tipo. Ahora cuando me preguntan por "Menganita", yo respondo: -Hace tiempo que no la veo, pero se que odia los lunes, que ayer fue al KFC, hoy irá al cine con SHirley, Oscar, César y 3 personas más, hace dos días estuvo muy triste, la próxima semana empieza la dieta, me está invitando a jugar Farm Ville, actualizó su foto de perfil, tiene una relación con Jorge Rodríguez, necesita vacaciones, tiene pereza, etc. Y no, "Menganita" no es mi mejor amiga, todo eso me enteré a la fuerza por Facebook, Twitter, Blackberry Messenger y Whatsapp.
 
Desde hace ya varios años las redes sociales y las nuevas tecnologías nos permiten compartir las cosas que pensamos o hacemos en tiempo real. Nos permiten comunicarnos más y mejor. Y si de comunicarnos se trata, las mujeres nos llevan la delantera, no sólo por que hablen mucho más, sino básicamente porque los hombres tenemos dos capacidades que nos diferencian: decimos muy poco y somos capaces de pensar en nada. Lo primero lo confirmo cada vez que comparto un ascensor con los colegas del trabajo, siete pisos hacia arriba o hacia abajo y rara vez cruzamos palabras. Cada uno mirando a un punto fijo distinto, como si tácitamente estuviésemos jugando a que "el que habla, pierde". Un ejemplo mucho más claro me ocurrió la semana pasada. Viajamos cuatro compañeros de Lima a La Merced en la camioneta de la empresa. De las casi ocho horas de viaje habremos conversado aproximadamente dos. El resto del camino nos la pasamos sin decir nada, mirando la nada, pensando en nada.


Esta segunda capacidad es una verdad que muchas mujeres aún no han logrado comprender. Los hombres podemos dedicar tiempo a pensar en nada. Cero. Conjunto vacío. Estás tú, colega, en la sala de tu casa, en un total estado de abstracción, ensimismado, mirando al vacío,  en absoluta inactividad cerebral cuando de pronto tu novia se acerca y con voz chillona interrumpe el pacífico transe en que te encuentras y pregunta: -Amoooor, ¿En qué estás pensandoooooo?  El desfase que existe entre la reacción de tu atrofiado cerebro y la velocidad de su voz a través del viento produce que tú solamente escuches: -".......sandoooo?" -¿Cómo dices amor? -Te estoy preguntando qué estás pensando.....(subiendo el tono de voz, en señal de enfado) En ese momento tu encoges los hombros y miras de reojo hacia la esquina superior derecha de la habitación, allí donde una araña está tejiendo su tela, como quien busca una frase salvadora que te saque del jaque en el que te encuentras. La inspiración nunca llega. No te queda mejor arma que la sinceridad: -Pues la verdad amor, en nada. No pensaba en nada. Por supuesto que ella no te lo cree e insiste en preguntar y preguntar y al no poder hacerte cambiar de respuesta, jaque mate y concluye:  -"Seguramente estás pensando en algo malo y por eso lo ocultas. Es imposible pensar en nada." Sin que puedas evitarlo, gastas las próximas dos horas intentando solucionar la situación.
 
Todos los hombres atesoramos en nuestro cerebro una especie de caja vacía, que nos permite pensar en nada. En esta caja nos refugiamos, estamos cómodos, somos estúpidamente felices. El que no lo entiendan, no hará que deje de existir. Es mejor aceptarlo. Si hombres y mujeres empezamos a entender y aceptar nuestras diferencias, podremos ir mejorando nuestras relaciones a todo nivel. A algunos puede que les suene imposible de lograr, ¿Tú que piensas?

lunes, 19 de noviembre de 2012

Atención chicas: ¿Cómo darse cuenta si un chico lo tiene pequeño?


Está él y su novia (en el mejor de los casos) en cueros, sobre la cama, fumándose el típico cigarrillo "post coito" cuando deciden prender la televisión y ver qué hay de bueno. De repente, luego de hacer zapping y pasar por National Geografic, MTV, el Señor de los Anillos y Corazón Valiente, llegan por casualidad al canal porno. Una mezcla de morbo y curiosidad los invade y deciden entre bromas, ver cómo va la película. Él, en un acto de grosera hipocresía, manifiesta su total desagrado hacia ese tipo de films argumentando que carecen de guión, que la actuación le parece pésima, que los planos están mal concebidos, la iluminación mala, la banda sonora, etc. (Si su novia supiera lo completa que era la colección de películas porno que almacenaba durante la adolescencia en una caja escondida en lo más recóndito de su habitación, sabría que en el fondo dice la verdad. Él sabe tanto del tema, que bien podría ganarse la vida como crítico de películas triple X.)
 
Mientras él continúa exponiendo su inverosímil punto de vista, nota que su novia está sospechosamente concentrada, con un signo de interrogación dibujado en el rostro, como si estuviera viendo pasar por la calle a un octogenario en patineta. -"Wow, tremenda cosota"- exclama. Sin dejar que pasen ni tres segundos, él, macho latino que se respeta, saca pecho y responde con total seguridad: -"Esa cosota, como la llamas, a leguas se nota que es falsa." Ante la incómoda situación, su vilipendiado penecillo, se encoge avergonzado como el de la estatua El David.
 
Y es que entre las dudas más existenciales del ser humano, varios escalones antes del ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?,  ¿Por qué las mujeres van de dos al baño? o el ¿Por qué el Pato Donald tiene sobrinos si no tiene hermanos? se encuentra una pregunta mucho más difícil de responder, ¿El tamaño realmente importa?  Y es que si hay algo que aterra a la mayoría de hombres, es la idea de no tener el pene lo suficientemente grande. Pues bien, antes de discutir sobre la importancia del tamaño, tendría que mencionarles algunos datos a tomar en cuenta. Según fuentes confiables, el promedio está nada más y nada menos que en 15 centímetros.  Los hombres cuyos dedos índices son más cortos que sus dedos anulares podrían tener penes más largos según un estudio surcoreano publicado en el Asian Journal of Andrology. El 99% de los hombres que han leído ésta afirmación, ha mirado sus manos con la esperanza de cumplir con el requisito. Dos de cada tres hombres, piensan que el tamaño de sus miembros no es lo suficientemente grande. El 99% de los hombres, cuándo les preguntan cuánto mide su miembro viril, responden con un engañoso y fraudulento "21 centímetros." El 99% de los hombres alguna vez en su vida se ha medido el "muñeco".  ¿Qué herramienta de medición es la más utilizada? La respuesta es bastante peculiar: la más utilizada es el antiguo centímetro de costurero color amarillo de la abuela. (Espero que ninguna abuela esté leyendo esto.)
 
 
 
 
Ahora bien, concluiré con la respuesta a la interrogante que plantea éste post. Chicas, pongan mucha atención, que lo que viene a continuación les va a interesar: ¿Cómo detectar a simple vista a un hombre con el miembro pequeño? Algunos mitos urbanos indican que basta con fijarse en el tamaño del zapato, de las manos o de la nariz para determinar el tamaño del miembro de un hombre. Tales afirmaciones carecen de fundamento científico. Detectar cuando un hombre tiene un tamaño muy por debajo del promedio, es muy sencillo, se le nota en la cara. Basta con ser un poco observadores. El hombre que no ha sido favorecido por la madre naturaleza va por la vida triste, meditabundo,  resignado, camina con poca seguridad. Camina ligero, ya que el bulto entre las piernas no le pesa en absoluto. Por el contrario, cuando un hombre tiene un tamaño grande, va andando por la calle feliz y contento, con paso firme, irradiando su buen ánimo, contagiando su felicidad de todas las formas posibles, algunos incluso se animan a escribir un blog.
 
PD: Post dedicado a todas las mañosonas que me leen de vez en cuando.